Rigor técnico en nuestro desempeño. Reivindicamos el avance y la innovación científica y metodológica.
Compromiso y responsabilidad con las personas afectadas por la violencia, con la justicia y con la lucha contra la tortura. Sira surge como una respuesta a la realidad social. Nuestro trabajo se desarrolla por y para quienes sufren vulneraciones de derechos.
Trabajo en red y participación de las personas afectadas por la violencia, como una forma básica e imprescindible de relación, acompañamiento, trabajo y lucha para la transformación social.
Transculturalidad y universalidad del saber. Defendemos que el saber se articula en múltiples matrices culturales que deben ser potenciadas y respetadas por igual, armonizando la globalización del saber y evitando las formas de etnocentrismo y asimilación cultural. Además, consideramos que tenemos el deber de compartir nuestro saber y aprendizajes como parte de nuestra acción pedagógica.
Universalidad de la atención a cualquier persona víctima de vulneraciones de DDHH incluyendo tortura, independientemente de su posicionamiento político, clase social, poder adquisitivo, origen étnico, religión o cualquier otra condición personal.
Independencia. No estamos adscritas a los principios de ninguna estructura política o religiosa. Nuestros posicionamientos se tomarán de forma independiente a posibles presiones económicas o políticas.
Transparencia respecto a nuestras decisiones y modelo de gestión. Asumiendo la rendición de cuentas como un compromiso con las personas y grupos con los que trabajamos, así como con la sociedad en general.
Capacidad crítica hacia nuestro trabajo y los contextos de violencia, comprometidas con el el deber impulsar análisis y prácticas críticas orientadas a la transformación de la realidad.
Cuidado. Como sabemos que la violencia provoca un impacto, apostamos por dinámicas de trabajo que fomenten el cuidado de los procesos.