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MAHAMADOU SIMAKHA
Facilitador Comunitario del Centro Sir[a]

De manera generalizada, recurrir a un profesional de la psicología está ligado a una serie de estigmas en toda África. La psicología se asocia a la locura y acudir a un centro de salud mental es, por tanto, síntoma de haber perdido el control sobre tu cuerpo y tu mente. 

En la cosmovisión de la región de origen, las enfermedades mentales pueden atribuirse a varias causas, tales como la adicción a la drogas; el haber sido víctimas de males de ojo o «malas energías»; o bien, por la influencia de los espíritus. Se entiende que existe un desequilibrio entre el mundo de los vivos y los muertos, que puede afectar y desplazar la conciencia de una persona hacia otras dimensiones.  

La falta de acercamiento a estas claves culturales, puede llevarnos a las profesionales que nos desempeñamos en el terreno de la Protección internacional, a malinterpretar la reticencia – o indiferencia – que muestran las personas a acudir a un centro de salud mental, una vez están en el país de destino. Esto puede a su vez dar lugar a afirmaciones como: «Además, los derivamos a un psicólogo, pero no acuden». Al mismo tiempo, esta mirada eurocéntrica también puede llevar a algunas personas a sentirse obligadas a buscar ayuda psicológica por presiones externas, dado que existen instituciones que amonestan a sus usuarias si no acuden. Esta forma de actuar puede dificultar el proceso del trabajo terapéutico, ya que genera una actitud defensiva por parte del individuo.  

Este conocimiento no se limita a experiencias superficiales, como un viaje turístico, sino que implica una investigación profunda sobre la cultura del otro.

En mi experiencia trabajando con personas refugiadas, he observado una necesidad significativa de información y formación para comprender mejor la cultura y brindar un apoyo más efectivo a las personas con las que trabajamos. Este conocimiento no se limita a experiencias superficiales, como un viaje turístico, sino que implica una investigación profunda sobre la cultura del otro, la lectura de literatura relevante y, sobre todo, el diálogo con las personas para comprender sus perspectivas. Además, la formación en diversidad cultural, claves culturales y transculturalidad es esencial. 

Es fundamental contar con intérpretes que no solo dominen el idioma, sino que también comprendan el contexto cultural de la persona, evitando traducciones literales que puedan no tener en cuenta el trasfondo cultural y contextual. Identificar prácticas culturales habituales, como la evitación de contacto visual, el tono de voz y las expresiones faciales, es crucial para no interpretarlas erróneamente como falta de interés o desapego. Estos códigos culturales están llenos de significados que deben interpretarse en el contexto cultural de cada individuo. 

Factores que pueden mejorar la comunicación incluyen el dominio del idioma, el conocimiento profundo de la cultura, la empatía y la conexión emocional. Es importante ser consciente de nuestra propia cultura, valores, proyecciones y actitudes, y cómo estos pueden influir en la interacción con personas de otras culturas. Pedir perdón y admitir errores son prácticas humanas que pueden ayudar a establecer vínculos efectivos en cualquier contexto cultural. 

En definitiva, el enfoque en la comprensión cultural y la adaptación a las necesidades de las personas de la perspectiva africana negra son esenciales para abordar la salud mental y garantizar una atención adecuada y respetuosa. Esto requiere un esfuerzo conjunto de los profesionales de la psicología, incluyendo una mayor formación y conciencia cultural, así como un enfoque en el respeto mutuo y la empatía. 

En mi experiencia trabajando con personas refugiadas, he observado una necesidad significativa de información y formación para comprender mejor la cultura y brindar un apoyo más efectivo a las personas con las que trabajamos.

Mahamadou SimakhaFacilitador Comunitario del Centro Sir[a]

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especializado en contextos de violencia.

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